Yo estaba allí. Y P. también. Había mucha más gente, seguramente eran los del embolao. Pero lo más importante era, como siempre, que estaba P.
Estábamos jugando a algo. Se parecía al amigo invisible, pero era mucho más importante. Cada uno de nosotros debería querer a la persona que le tocara. No regalarle algo, ni hacerle una sorpresa: quererle, así, con todas las letras.
En una caja, había cientos de papelitos con nombres de gente. Los papeles eran muy ñoños, en papel rosa y con forma de corazón. Entre ellos, estaba mi nombre. Y el suyo. Y el de muchos más.
Yo aun no había cogido papel, pero quería que él lo cogiera antes que yo. Me esperé. Cuando tenía la mano dentro de la caja, yo me reí y le dije: ya verás, me sacarás a mi. Él se rió.
Sacó mi nombre. A mi se me encogió todo. Él hizo algún tipo de broma como "eres adivina" o algo así. Después... cogió el papel con mi nombre... lo rompió... y cogió otro.
Me quedé de piedra. "¿Por qué lo has roto?" "Porque me has tocado tú. No vale"
Me fui corriendo a llorar. Él no entendía por qué me había enfadado. Y yo no podía explicarle por qué no soportaba que no pudiera quererme.
Mientras yo lloraba, otro chico se acercó a mi. Intentaba besarme, pero yo le rechazaba. En una de esas, me daba un beso con lengua... y yo se la mordía. No era P. Tenía que ser P, y el no lo entendía.
Me desperté muy angustiada. Imagino que siempre duele que te rompan el corazón. Aunque sea de papel. Aunque sea en sueños.
Y lo más curioso de todo esto, es que ya he jugado al amigo invisible con los del embolao. Y P. me regaló a mi.
Los sueños son muy extraños...