Sin saber por qué...

Hoy voy a hablaros de M. No tengo claro por qué necesito escribir sobre él, cuando lo que debería hacer es borrarle de mi mente. Creo que es porque necesito sacar fuera todo lo que no puedo decir a gritos. En definitiva, este post es un homenaje al título de mi blog.

Conocí a M. hará cosa de tres meses, una noche que, de no haber sido por él, hubiera acabado muy triste. Pero llegó él y se me olvidó todo lo malo.

Pasamos toda la noche bailando juntos, riéndonos y diciendonos cosas bonitas. Me dijo que me llamaría, pero que tardaría en hacerlo. Yo di por hecho que nunca lo haría.

Varias semanas después, cuando yo ya lo había enterrado en el olvido, reapareció en mi vida. Y se convirtió en un habitual. Aunque sin ningún compromiso, sin hablar nunca de lo que éramos o podíamos ser el uno para el otro, llegamos a tener una pequeña rutina que me encantaba y me hacía sentir segura.

Él es algo mayor que yo, pero tiene dentro a ese pequeño niño que nunca deberíamos perder. Creo que eso fue lo que me atrapó de él. Pasamos largas tardes (aunque se hacían muy cortas) hablando de todo y de nada, arreglando el mundo y riéndonos de tonterías. A gusto. Como si fueramos amigos, complices, amantes... de toda la vida. Olvidando todo lo demás.

Después de mucho tiempo sin que nadie me dijera nada, él me recordó que mis labios son bonitos. Y mi cuello. Y mis hombros. Y mis ojos. Toda yo me sentía preciosa.

Apenas dos meses después de conocernos, nuestra pequeña rutina se rompió. El dejó de llamarme, y yo dejé de sentirme preciosa. Todo aquello me desgarraba por dentro. Mi impaciencia me hizo pedirle explicaciones, y las recibí. Parece ser que por cuestiones que no vienen al caso su vida no pasa por una buena época, y que yo fui a aparecer en el momento más inoportuno. Llegué demasiado pronto, o demasiado tarde... no sé.

Desde entonces mantenemos un contacto intermitente, siempre por iniciativa mia (mi impaciencia...), pero siempre con respuesta. Y lo peor es que me sigue cayendo bien. Asegura que me sigue apreciando, pero me desconcierta que, de ser así, haya decidido sacarme de su vida sin más. Me ofrece su ayuda para lo que necesite, pero siento que él y yo sabemos que ese tipo de ofrecimientos son los que se hacen con la boca pequeña. Y lo que más me duele de todo, es que lo nuestro no ha terminado porque yo no le guste, porque no estuviera bien conmigo... Al contrario, me ha asegurado que conmigo se sentía bien. Ha terminado porque... no es un buen momento. Yo no puedo luchar contra eso, pero tampoco siento que pueda asumirlo.

Lo peor de todo es que sé que tarde o temprano, volveré a ponerme en contacto con él. No se si mañana, o dentro de un mes, o dentro de tres. Tampoco sé porqué. No sé si le quiero como amigo. No sé si le quiero como amante. No sé si le quiero como pareja. Y no sé si a él le importa. A fin de cuentas, no sé para que me hago tantas preguntas, si ya las ha respondido él. Pero siento que, mientras haya la más mínima posibilidad, no seré capaz de cerrar esa puerta. Y si el problema era el momento, tal vez cambiando el momento... Tal vez haya otra oportunidad.

Como veis, el ya ha cerrado la puerta, y yo sigo empeñada en abrirla. Y lo que más me jode es que, en tres meses, una persona pueda entrar en mi vida como un ciclón y ponerlo todo patas arriba de esta manera. No es justo. No es justo.

Ultimamente los posts están un poco melancólicos... a ver si mañana me sale de por "endentro" algo más positivo... pero hoy necesitaba soltar esto...

Un beso,

Minna